
Caminábamos por el desierto de Gomes, convencidos que era una tarea fácil de conseguir. Éramos los primeros chilenos en llegar tan lejos. Sin pasaporte y de ilegales. Nada grave. Antes de salir a esta zona de nadie trabajaba en un boliche tipo picada de paracaidistas, que no era tan mala como barata y donde llegaban las mujeres con lunares dibujados. Tienes que probar la sentencia me dijeron. La sentencia era un vaso enorme lleno de un líquido viscoso y aterciopelado. Después de tragármelo sin respirar sentí las amígdalas y eso que me las sacaron a los tres años. Pintura digital + fotografía + 130 x 154 cm + año 2005 + “Así se hace”
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